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Rosario del Olmo, la mujer que fue amputada de la fotografía

12/08/2020

 

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Desde el mes de diciembre de 1878, cuando la actual calle del Conde de Xiquena tenía por nombre el de calle de las Salesas y hasta el mes de septiembre de 1945, estuvo abierto en Madrid el Café de las Salesas.

Entre las innumerables tertulias que tenían lugar en él, destacaba la de “Los salesianos”, en la que participaban desde comunistas a miembros de la derecha más recalcitrante, pasando por el hermano mayor de Ortega y Gasset. Esta peña mantenía sus reuniones diarias con la máxima de jamás se riñe, sólo se discute sin violencia. Únicamente hablaban de política.

En numerosas ocasiones elementos fascistas, en los años inmediatamente anteriores a la Guerra Civil española, irrumpían en el café con ánimo de provocar disputas contra el grupo. Bajo la consigna de no atacar, pero sí defenderse, cada uno de los integrantes de la peña asía con fuerza la botella que estaba consumiendo, mientras la charla continuaba.

Quizá no fue casualidad que una joven periodista y escritora comprometida concertara en este lugar su cita con el poeta Antonio Machado. A sus 29 años, esta mujer ya contaba con una larga trayectoria reconocida. Se llamaba Rosario del Olmo Almenta.

El día 8 de diciembre de 1933 la periodista se reunió con el poeta en el Café de las Salesas, para hacerle una entrevista por encargo del periódico “La Libertad”. Salió publicada el día 12 de enero del año siguiente. Y su título era: “Deberes del arte en el momento actual”.

 

Por alguna razón desconocida, la magnífica fotografía del fotógrafo Alfonso Sánchez tan sólo apareció casi íntegra en el momento de ilustrar la entrevista. Luego fue recortada. Y Rosario del Olmo desapareció de la escena.

Cuando se conoció y publicó el encuadre original de la foto (Ministerio de Cultura, 2001), muerto ya su autor, Alfonso, y cuando los archivos de este había pasado ya al Estado, aumentó el misterio de esa fotografía y de la mujer eliminada. El destino hizo que se encontrara hace años en el Rastro una copia original de esa foto, hecha por el propio Alfonso.

En la actualidad, la foto recortada sigue siendo una de las imágenes más famosas y bellas del poeta Antonio Machado.

Se aprecia, en el primer original, el interior del café de las Salesas en el año 1933. Cómo eran las mesas de mármol, los espejos de sus paredes en donde se reflejan las columnas y lámparas del local, el teléfono de campanillas, un calendario marcando el día 8 y la imagen discreta de Braulio, el camarero.

 

Rosario fue borrada de la historia y olvidada, como tantas otras mujeres. Hay muy pocos datos de ella y menos imágenes, pero su rastro queda en sus publicaciones y en la única entrevista que le hicieron.

Rosario del Olmo nació y vivió en un hogar humilde en Madrid, junto a sus hermanos Enrique y María Ángeles. Enrique luchó en el bando republicano y su hermana fue actriz de teatro. Con ella, Rosario compartió escenario en los primeros años 20. Ambas actuaron como actrices de reparto en la compañía de Matilde Romero. Esta actividad fue una de las maneras de contribuir económicamente a su hogar humilde. Rosario tenía 17 años. 

Había trabajado desde los 22 años en las revistas La EsferaNuevo Mundo y Blanco y Negro. Hacía reportajes de ciudades españolas relacionados con algún acontecimiento cultural. También firmó en el Heraldo de Madrid a partir de 1928, donde escribía sobre sucesos culturales madrileños y relatos de ficción. Y había escrito un libro, La realidad, que no logró publicar.

Muchas mujeres consideraron el periodismo el medio más adecuado para difundir sus ideas liberadoras, aunque muchas se vieron obligadas a escribir con seudónimo masculino. Más de mil mujeres se dedicaban al periodismo en estos años.

No fue el caso de Rosario, que siempre firmó con su nombre. En 1930 tras haber ganado un concurso, empieza a publicar en La Libertad. Publica más de cincuenta artículos, desde 1931 al 34, en consonancia con la plena incorporación de la mujer a la vida pública en época republicana.
Trataba los más diversos temas, desde la preocupación por el ascenso del nazismo a la defensa de los movimientos pacifistas.

 

También fue una mujer comprometida y activa socialmente. Desde 1931 hasta 1935 firmó doce manifiestos que defendían la libertad de expresión, la libertad de encarcelados en diferentes partes del mundo y la lucha contra el avance del fascismo en España.

Fue amiga de María Teresa León y perteneció a la Alianza de Escritores Revolucionarios. La revista Estampa, en 1934, realizó una entrevista a varias mujeres denominada “Las mujeres en el arte”. Las protagonistas eran reconocidas por el lector lo que prueba su presencia en el mundo cultural. Entre ellas estuvieron: Delhy Tejero, Rosa Chacel y Rosario del Olmo. Rosario se codeaba en plano de igualdad con el grupo de mujeres artistas.

Su campo preferido era la escritura. Desarrolló desde muy joven esta actividad. Era su modo de acercamiento a la esfera pública -un mundo masculino- y así podía expresar y difundir ideas y opiniones.

Para ella, el arte y el artista debían estar comprometidos con su tiempo. Es decir, debían defender una posición en la sociedad. Y esto únicamente se podía hacer con la defensa de una ideología política. Todo intelectual o personaje público debía involucrarse en una lucha social.

Por ello le atraía la figura de Antonio Machado, del cual admiraba su defensa de la libertad del arte en su tiempo y su compromiso político y social. De ahí, su interés en entrevistarlo para defender la función del arte. Y hacerlo, como hemos visto, en un lugar de tolerancia y compromiso, El Café de las Salesas.

En los años cruentos de la Guerra Civil, Rosario del Olmo escribió varias publicaciones para editoriales republicanas como El Mono Azul, donde escribieron también María Zambrano y Rosa Chacel entre otros. Sus artículos trataron temas que iban desde el elogio del pueblo trabajador a la firme defensa de la República y de la cultura.

Rosario colaboró, así mismo, en Crónica de la Guerra Civil, dirigida por su amiga María Teresa León y en  El Mundo Obrero.

Con motivo del II Congreso Internacional de Escritores para la Defensa de la Cultura que se celebró del 4 al 18 de julio de 1937, la Alianza de Intelectuales Antifascistas decidió editar tres obras, entre ellas La crónica general de la guerra civil en la que Rosario del Olmo participó junto a María Teresa León, Luisa Carnés, Matilde de la Torre y Dolores Ibárruri.

Su contribución, Mujeres en la lucha, desde la línea de fuego a la retaguardia activa, retrata a una serie de mujeres presentes tanto en los hospitales como en los frentes de batalla y víctimas de la violencia cotidiana. Rosario del Olmo aspira a que el lector sienta la violencia de la guerra.​

En ese mismo congreso fue delegada española junto a María Teresa León, María Zambrano y Margarita Nelken.

Tras la dimisión de Arturo Barea, fue nombrada Jefa de la Oficina de Prensa de la Junta Delegada de Defensa de Madrid.

Tras el final de la Guerra Civil fue relacionada con la Alianza de Intelectuales Antifascistas y se le hizo responsable junto a María Teresa León de la incautación de un piso en el número 2 de la calle Francisco de Rojas. Detenida, fue interrogada y tras permanecer en la cárcel de Ventas tres años, en junio de 1941 fue condenada a 12 años y un día por auxilio a la rebelión. Murió olvidada en Madrid en el año 2000.

Rosario del Olmo representa, como tantas otras mujeres, una generación de jóvenes cultas y comprometidas que lograron realizar sus sueños y participar en igualdad en la esfera pública, gracias a las leyes de la II República. Por vez primera, las mujeres lograron ser ciudadanas en pie de igualdad con los hombres.

Estas mujeres valientes, que lograron superar todas las barreras de un mundo de hombres, fueron borradas de la historia por la dictadura franquista solo por defender el orden establecido. Fueron acusadas, paradójicamente, de “rebeldes” por los mismos que se rebelaron contra la II República.

Muchos profesores de Literatura hemos trabajado con libros de texto en los que aparecía la imagen icónica del poeta Antonio Machado. Lo triste es que nunca supimos que a su lado estaba una joven comprometida que lo entrevistaba porque lo admiraba y porque compartía su compromiso. Nos borraron la figura de las pioneras hasta de las fotografías.

Pero la realidad es tenaz y pervive escondida en las páginas amputadas de la historia, para renacer siempre con más fuerza.

 

 

Fuente de las fotografías 2 y 5 : B.N.E.

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