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Actualidad de Antonio Machado

08/04/2024

 

Un mayo de hace más de cien años, llegó a Soria un hombre íntegro, esencialmente bueno.

Tímido y solitario, pero optimista y valiente.

Iba a dar clases de francés. Se llamaba Antonio Machado y no tenía vocación de profesor. Pero era un maestro sin saberlo.

Solo era un poeta que necesitaba trabajar para comer.

Pero en Soria se convierte en un hombre nuevo, y la sombra de su compromiso amable y humano perdura más allá de sus versos.

Nunca dejó de decir la verdad, aunque doliera.

En estos tiempos de falsedad y retórica vacía en los que triunfan los “lechuzos tarambana” y “sayones con hechuras de bolero” de sus lúcidos versos, conviene volver a sus sabias palabras para aprender sensatez, concordia y reflexión.

Su compromiso era con las personas.

Su forma de acción, la escritura;  y su meta, la justicia y la igualdad fraterna.

Como le gustaba repetir:

Nadie es más que nadie.

En sus planteamientos pedagógicos, siempre defendió enseñar al alumnado a pensar por sí mismo, frente al dogmatismo de los métodos escolásticos. Enseñar a dudar de todo con humor escéptico, para huir de la peligrosa seguridad del fascismo.

Sus palabras suenan hoy actuales y necesarias:

 En España no se dialoga, porque nadie pregunta como no sea para responderse a sí mismo.

El sabio maestro nunca calló. Aunque no fue nunca un militante, no se afilió nunca a ningún partido, siempre defendió la legalidad y el activismo ciudadano.

Su denuncia de la mentira vuelve a sonar tristemente actual, muchos años después:

Se lanza un hecho, se acepta como fatalidad y al fin se convierte en bandera. Si un día se descubre que el hecho no era cierto, la bandera no deja de ondear más o menos descolorida.

Antonio Machado llegó al compromiso de la mano de las preocupaciones sociales y se convirtió en actor apasionado de la política:

Pertenezco a una generación que cometió el grave error de no ver sino el aspecto negativo de la política. Ignoraba que sería una actividad de vida o muerte para nuestra patria.

Hay un texto inédito en el que Machado establece claramente las claves del golpe de estado franquista contra la legalidad de la II Republica:

Y surgió la rebelión de los militares, la traición madura y definitiva que se había gestado durante años enteros.

Fue uno de los hechos más cobardes que registra la historia. Los militares rebeldes volvieron contra el pueblo todas las armas que el pueblo había puesto en sus manos para defender la nación, y como no tenían brazos voluntarios para empuñarlas, los compraron al hambre africana, pagaron con oro que tampoco era suyo, todo un ejército [corregido, horda] de mercenarios.

Y como esto no era todavía bastante para triunfar de un pueblo casi inerme, pero heroico y abnegado, abrieron nuestros puertos y nuestras fronteras a los anhelos imperialistas de dos grandes potencias europeas.

¿A qué seguir?… Vendieron a España.

Cuando el golpe de estado franquista estaba acabando con el sueño de la España nueva, viejo y enfermo de cuerpo, pero joven y entusiasta de espíritu, habló a los jóvenes encaramado a un tingladillo en la plaza Castelar de la  Valencia republicana. Su corto pero certero discurso fue aplaudido fervorosamente.

Venció su timidez para, entre otras cosas, denunciar el alevoso asesinato del amigo Lorca a manos de los golpistas.

Aquel republicano avisa a los jóvenes del peligro de olvidar los ideales y convertirse “en viejos avaros de bienes materiales, codiciosos del mando y el individualismo”.

Fue en Valencia, un 1º mayo de 1937.

El mismo día que se confesó demasiado romántico e idealista para ser marxista.

El día que recordó emocionado al Pablo Iglesias Posse, fundador del PSOE y la UGT. Machado lo había escuchado, cuando era solo un niño, en el Retiro madrileño y confesó que fue él quien le enseñó el camino de la solidaridad.

Recordándolo, había escrito en 1938:

De lo único que puedo responder es de la emoción que en mi alma iban despertando las palabras encendidas de Pablo Iglesias. Al escucharle, hacía yo la única reflexión que sobre su oratoria puede hacer un niño: ‘Parece que es verdad lo que este hombre dice’.

A Antonio Machado nunca le gustaron los políticos de espolones y malas tripas y siempre defendió la sabiduría del pueblo.

Pero, cuidado, el pueblo no es la masa conformista, sino la suma de individualidades libres que no se dejan manejar, precisaba.

Y siempre recordaré lo que les dijo a los jóvenes en su emocionante discurso:

 Acaso el mejor consejo que puede darse a un joven es que lo sea realmente. Ya sé que a muchos parecerá superfluo este consejo. A mi juicio, no lo es. Porque siempre puede servir para contrarrestar el consejo contrario, implícito en una educación perversa: procura ser viejo lo ante posible. 

Este lúcido profeta tuvo que cruzar la fría frontera francesa herido de cuerpo y alma. Nunca volvió a su España.

«Su grandeza espiritual se sobrepuso a tantas fatigas -espirituales- y corporales con la resignación de un verdadero santo», dijo de los último días de Antonio Machado su hermano José. La foto muestra el impresionante rostro del poeta poco antes de su muerte en el exilio.

 

Lo expulsaron los que confunden valor y ferocidad.

Los mismos que siguen helando el corazón de la verdadera libertad, de la rabia y de la idea.

Hoy, quiero esperar con él:

…otro milagro de la primavera.

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