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Mentiras de comienzo de año

04/01/2012

Puede ya parecer normal que el nuevo año comience con algo tan viejo como las viejas mentiras.

Los devotos de Maquiavelo –confesos o  no– siempre han recomendado a los gobernantes engañar al pueblo. Decía el cáustico Jonathan Swift:

Las promesas que hacen los poderosos se reconocen por sus formas: os ponen la mano sobre el hombro, os abrazan y achuchan, os sonríen, os hacen reverencias. También cuando mienten, cuando juran y perjuran con exceso y reiteración.

Poco ha cambiado el mundo, desde el siglo XVIII, en el arte de mentir. Si acaso se han perfeccionado las técnicas, porque estas palabras reflejan la campaña tramposa e infame de un partido como el PP que ha llegado al poder engañando a los ciudadanos.

El presidente Rajoy, hoy desaparecido, prometió, juró y proclamó que no subiría impuestos. Sólo seis días tardó en traicionar sus palabras una vez más como ya me temía en noviembre. Ha subido impuestos, lo que era necesario, pero sólo a los trabajadores y clases medias. Los más ricos, los capitales, vuelven a quedar indemnes otra vez.

Solemnemente, declaró que no tocaría servicios sociales. Ni siquiera ha dado la cara para anunciar que los dependientes no cobrarán, que la sanidad se resentirá gravemente por falta de personal, que la educación sufrirá amputaciones que la harán retroceder más de treinta años. Que aumentará el paro porque no habrá posibilidad de crecer y que entraremos en recesión como ya se había anunciado si se seguía por este camino. Su cambio ha sido más de lo mismo y penalidades para los más pobres. Ni siquiera ha mantenido su promesa de subida de las pensiones porque bajarán, al aumentar impuestos y retenciones.

Hay, sin embargo, una isla que se salva. La Iglesia católica seguirá recibiendo 13 millones de euros al mes a cuenta y no se verá afectada por la subida del IBI que no paga como el resto de ciudadanos.

Siempre se ha dicho que el diablo es el padre de las mentiras, pero parece haber perdido la paternidad porque sus herederos han perfeccionado endiabladamente sus tácticas.

La mentira política es líquida y adaptable. Cambia como un perverso camaleón según las circunstancias y lo que antes era culpa del presidente de Gobierno ahora lo es de Europa y sus mandatos. Lo que antes era intolerable ahora es más que necesario, imprescindible para seguir viviendo.

Hoy hemos sabido que el Tesoro español ha debido avalar a la Generalitat Valenciana para evitar la quiebra autonómica. El gobierno valenciano es insolvente. No puede afrontar pagos de nóminas ni de proveedores, y el Deutsche Bank iba a declarar el impago.

Rajoy, el desaparecido, echa la culpa a la herencia recibida. ¿A quién se la echará Alberto Fabra? ¿Al PP de Camps que sigue gobernando? ¿Al que dio más de tres millones de euros al yerno del rey y hundió todas las cajas valencianas? ¿A él mismo, que sigue pagando a Ecclestone y su Fórmula 1?

Mentiras políticas, económicas, sociales y morales ahogan a una ciudadanía amedrentada que se dispone a vivir con dificultad si la dejan. La verdad pasa por horas muy bajas. Y en Gandía lo sabemos muy bien porque lo estamos viendo y padeciendo.

Ser sincero y honesto tiene sus costes pero la resistencia es posible y necesaria. Consiste en denunciar la mentira y en negarse a comulgar con ruedas de molino. Cuando el infierno es denunciado, deja de ser infierno.

2 comentarios leave one →
  1. Kàtia Lurbe i Puerto permalink
    04/01/2012 15:43

    Brillante columna estimada Agustina, la de hoy en «Nos queda la palabra». Su análisis no puede sino ser más acertado.

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    • 04/01/2012 17:49

      Muchas gracias Kàtia. Seguiremos usando la palabra para denunciar la mentira e intentando resistir. La verdad (aunque a veces tarde) acaba prevaleciendo.
      Un saludo afectuoso.

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